lunes, 26 de enero de 2015

Sígueme

Muchas veces ha dicho Jesús en el Evangelio las palabras "levántate" y "anda", pero esta, "sígueme" (Mt 9,9), muy pocas las dijo.
¿Por qué? Quizás estará la explicación en que es la palabra de la intimidad.
Os invito, almas que aspiráis a esa dulce y misteriosa intimidad, a que saboreéis esa palabra.



Ese "sígueme" dicho a un alma por Jesús, que sabe, puede y quiere cuanto dice, equivale a esto otro: alma, conozco tan bien tu pasado, tu presente y tu porvenir, me fío tanto de tu cariño, me encuentro tan a gusto junto a ti, te necesito tanto para mi gloria y me necesitas tanto para tu dicha, que no quiero vivir sin ti, ni me atrevo a decirte el "anda", hasta luego, sino que quiero que estés conmigo todos los instantes del día y de la noche.
Por eso, esa palabra la solía decir el Maestro después de bañar con una mirada suya, tan tierna como penetrante, a los que escogía para el dulcísimo oficio de amigos íntimos suyos. Por eso solía anteponer a ella el "si quieres ser perfecto", para dar a entender todo lo que obligaba.

Fijaos que en esa palabra, como está sin tasar la predilección que os revela, está sin señalar el tiempo que os obliga... "Sígueme" se os ha dicho, ahora y después, hoy y mañana, en la tierra y en el cielo... 
"Sígueme siempre".


Beato Manuel González

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