Introducción
«Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea perfecto» (Jn 15,11):
este es el proyecto de Dios para los hombres y mujeres de todos los
tiempos y, por tanto, también para todos los jóvenes y las jóvenes del
tercer milenio, sin excepción.
Anunciar
la alegría del Evangelio es la misión que el Señor ha confiado a su
Iglesia. El Sínodo sobre la nueva evangelización y la Exhortación
Apostólica Evangelii gaudium han afrontado cómo llevar a cabo
esta misión en el mundo de hoy; en cambio, los dos Sínodos sobre la
familia y la Exhortación Apostólica Post-sinodal Amoris laetitia se han dedicado al acompañamiento de las familias hacia esta alegría.
Como
continuación de este camino, a través de un nuevo camino sinodal sobre
el tema: «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional», la Iglesia
ha decidido interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes para que
reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y
también pedir a los mismos jóvenes que la ayuden a identificar las
modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia. A través
de los jóvenes, la Iglesia podrá percibir la voz del Señor que resuena
también hoy. Como en otro tiempo Samuel (cfr. 1Sam 3,1-21) y Jeremías (cfr. Jer 1,4-10),
hay jóvenes que saben distinguir los signos de nuestro tiempo que el
Espíritu señala. Escuchando sus aspiraciones podemos entrever el mundo
del mañana que se aproxima y las vías que la Iglesia está llamada a
recorrer.
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