Sí, una afirmación que se hace
arriesgada en la boca de los hombres y las mujeres y regalo de vida en la boca
de Dios. Dos letras que forman una palabra pequeña pero que abre la puerta a lo
imposible, en la fragilidad de quienes intentan hacer todo lo posible. Y la
escucharemos como mínimo, tres veces repetida este fin de semana en nuestra
iglesia diocesana. La primera vez será en los labios de una mujer de Nazaret,
María, que con su Sí, con su hágase, nos abrió la puerta del cielo. La
Inmaculada es la fiesta del Sí de Dios y el Sí de la humanidad. En Ella, madre
de los creyentes, aprendemos a responder con generosidad al proyecto divino. Y
luego dos “síes” más humildes, aprendidos mirándola a Ella.
El sábado por la tarde, en el Monasterio Benedictino de Santa Brígida, en Gran Canaria, un hijo de nuestra tierra, Valentín, natural del sur de Tenerife, le dirá a Dios que sí, que cuente con él. Hará su profesión temporal en la Orden de San Benito.
Y el domingo, en Fuencaliente, en la isla de La Palma, otra joven, Nieves, repetirá de nuevo ese “sí”, consagrando su vida a Dios en el Orden de las Vírgenes.
Y detrás de cada historia, el gran “Sí” de Dios que ha querido contar con nosotros para llevar adelante su plan de salvación. Y estoy seguro que, mientras esto sucede, en algún lugar de nuestra geografía cuatro veces insular, alguien, estará entre el temor y temblor, tratando de pronunciar su “sí”, ese pequeño tejido de temor y confianza. Desde la Delegación de Pastoral Vocacional les felicitamos a ellos y renovamos nuestra acción de gracias a Dios por seguir respondiendo a tanta oración hecha súplica, rogando que no falten nunca los obreros.
Gracias, Señor de la mies y
felicidades Valentín y Nieves, por responder.
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